A un preso le duelen los huesos. Duerme en el suelo porque no hay camas suficientes. Se despierta con el parloteo excitado de uno de sus compañeros de celda. "Paquetes de ayuda", anuncia su compañero de celda.
El prisionero se levanta. Su estómago gruñe. Nunca hay suficiente comida, sólo judías. Los paquetes son un buen regalo: cepillos de dientes, pasta dentífrica, papel higiénico. Es curioso que un pastor quiera enviar estos regalos a algunos de los peores criminales de Honduras. Pero cuatro de esos presos son ahora pastores gracias a la pastoral penitenciaria. La gente se está bautizando y "salvando". Tal vez valga la pena visitar la iglesia de la prisión del pastor Víctor.
Convertirse en cristiano
Víctor Almendarez nació y creció en Honduras. Trabajaba en una empresa donde un compañero siempre intentaba hablarle de Cristo. Víctor, frustrado, respondía: "Todos somos hijos de Dios". Pero un día, durante un paseo nocturno, sintió una necesidad inusitada de escuchar la palabra de Dios. Consiguió encontrar una iglesia que estaba abierta y habló con el pastor. Entre lágrimas, Víctor fue llevado al Señor por aquel pastor. Cuando volvió al trabajo, creó un pequeño grupo que hacía estudios bíblicos durante el almuerzo.
En 1996, Víctor fue llamado a pastorear una iglesia en el occidente de Honduras. Él y otras cinco personas comenzaron a plantar con pasión otras iglesias. Hoy tienen más de cincuenta iglesias que se reúnen en edificios u hogares y un equipo oficial de plantadores de iglesias formado por cuatro pastores. Se centran en cuatro áreas: evangelización, predicación bíblica, formación de líderes y ministerio en prisiones.
Las luchas de Honduras
El catolicismo es la religión dominante, y hay muchos problemas sociales y espirituales. La gente procede de familias desestructuradas, tiene problemas con la bebida y se mete en líos porque se aburre. Todo esto lleva a que muchos jóvenes sean reclutados por bandas peligrosas como la tristemente célebre MS-13. Las cárceles de Honduras, que suelen tener un exceso de capacidad, separan a los reclusos según sean miembros de una banda, ex miembros de una banda o aún no miembros de una banda.
El ministerio de prisiones es increíblemente importante para Víctor. Ha plantado iglesias dentro de las prisiones, ha llevado a presos al Señor y envía paquetes de asistencia suficientes para 700 presos. Le apasiona formar y levantar líderes ministeriales, tanto dentro como fuera de la cárcel. Da a la gente el Evangelio y, si se salvan, les forma hasta el punto de que se conviertan en líderes de su propia comunidad.
Durante la pandemia, Víctor utilizó redes sociales como Facebook y aplicaciones de comunicación como Zoom y Whatsapp para continuar su ministerio. Está emocionado de ver todas las conversaciones que están teniendo lugar en América Central y cómo Dios está llamando a los centroamericanos a convertirse en misioneros en otros países. Algunas de las vidas que ha visto cambiar incluyen la de su vecino. Era alcohólico, pero Víctor se hizo su amigo y empezó a enseñarle la Biblia. Ahora es un cristiano que mantiene un trabajo estable y siempre está ahí para su familia.
Su cultura y su familia
Víctor y su familia viven en la costa. En su parte del país, hablan español y suelen comer arroz, alubias, tortilla de maíz y plátanos. Sin embargo, otros grupos étnicos, como los lencas, comen alimentos diferentes o hablan lenguas distintas, como los garífunas. "Es un país de subculturas", explica Víctor.
Él y su esposa Virgilia, tienen cuatro hijos increíbles. La mayor, Rebeca, está casada. Su hijo, Arnaul, es ingeniero industrial y dirige el culto. Su otro hijo, Esau, está en la escuela secundaria, y su hija, Sarah, se graduará de la escuela secundaria y se irá a la universidad.
Su objetivo es plantar cien iglesias en diez años, si el Señor quiere. Pide oración por su familia y protección para los plantadores de iglesias. También le gustaría orar por más personas que lo apoyen, por su ministerio en las prisiones y por Honduras en general. Missions Door se enorgullece de apoyar a Víctor y su campo misionero de Honduras. Si desea apoyar a los misioneros indígenas como Víctor, que se dedican a su país, puede hacerlo en su página aquí.
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