En 2010, Haití sufrió una de las peores catástrofes naturales de nuestro tiempo: un terremoto de magnitud 7,0 que causó 222.000 víctimas y daños por valor de 7.800 millones de dólares.
En el aniversario del terremoto, Francklin Alexis, misionero de Missions Door, reflexiona sobre la catástrofe, los avances y la esperanza que nos aguarda.
Cinco años después de la tormenta
Como ocurrió con mi propia infancia en Haití, sabía que mis alumnos crecían sin padres pero no sin luchas. El 12 de eneroera un día más para salvar a mis alumnos de las crueldades de la vida. Poco me imaginaba lo cruel que llegaría a ser la vida.
Los alumnos estaban haciendo un examen cuando el suelo empezó a temblar violentamente. Los libros caen al suelo y los gritos llenan el edificio.
Salí corriendo al pasillo para descubrir que, milagrosamente, la escalera de la planta baja seguía intacta.
Corrimos por nuestras vidas. Momentos después de que mi último estudiante huyera del edificio, éste se derrumbó en una montaña de hormigón.
Los estudiantes preguntaron: "¿Por qué seguimos vivos?". Toda lógica decía que deberían habernos matado. "Pero Dios es bueno y nos ha salvado", les dije.
Mientras la noche proyectaba sombras sobre los montones de humo y escombros que una vez fueron Petit-Goâve, 30 de los supervivientes aceptaron a Cristo.
La ciudad destruida que nos rodeaba reflejaba nuestra labor de ayuda inicial: oscura y desalentadora. Pasamos día y noche rescatando a haitianos de edificios derrumbados y cuidando de su salud.
Durante este tiempo, cada dólar procedente de Missions Door se destinó directamente a atención médica, alimentos, agua, refugio y servicio a los que amamos.
Los equipos de Missions Door fueron las manos que ayudaron a restaurar la comunidad, reconstruir escuelas y hogares, desplegar clínicas médicas móviles y abrir un hospital: nuestra forma de conectar a la gente de Haití con recursos críticos.
Hoy hay vida y luz. Hay promesa y progreso. Pero aún queda mucho por hacer.
Han pasado casi cinco años desde que el terremoto sacudió Haití. Tengo la misma visión para Petit-Goâve que antes del 12 de enero: crear una comunidad, un refugio y un hogar para los que sufren. El trabajo no ha terminado, pero sigo creyendo en la esperanza de Haití.
-Pastor Francklin Alexis, Misionero de Missions Door en Haití
Nuestro compromiso en 2010 de servir a Haití no ha terminado, ya que reconstruimos el Centro Ministerial de Petit-Goâve, proporcionamos educación a los niños, patrocinamos a pastores y mucho más. Y gracias a la generosidad de donantes como usted, podemos seguir poniendo en contacto a donantes y misioneros con oportunidades en Haití y en todo el mundo.