La luz del exterior de su ventana se volvía púrpura y suave mientras el aire húmedo de la tarde se llenaba de risas y charlas. Orleidis levantó la vista de su libro para ver a los otros chicos del barrio jugando al béisbol descalzos en el campo frente a la más que modesta casa de su familia.
Orleidis se conformaba con pasar la mayoría de las tardes entre las páginas de un libro. Esas páginas tenían el poder de transportarle a mundos más allá del suyo.
Creció en una familia cubana pobre y sabía que su futuro sería difícil. Decidió a una edad temprana que, si quería cambiar las cosas, tenía que estudiar mucho y recibir una buena educación. A los 9 años ya había leído casi todos los clásicos de la literatura cubana.
Orleidis confiaba en sus propias capacidades para asegurarse un futuro brillante.
El poder de la oración
Tras unirse a la Unión de Juventudes Comunistas cuando era joven, Orleidis se fue alejando cada vez más de Dios. Su madre hizo muchos intentos de compartir el Evangelio con él, pero su corazón se había endurecido ante el amor de Dios.
Se alistó en el ejército y en la universidad militar, con la esperanza de iniciar la carrera de éxito con la que soñaba de niño. Pero la vida militar no le proporcionó la satisfacción que esperaba encontrar. Cuando intentó marcharse, fue castigado y degradado.
Fue un golpe demoledor, y Orleidis cayó en una profunda depresión.
De vuelta en casa, su madre siguió rezando fervientemente por su hijo. Deseosa de darle toda la esperanza que pudiera, le envió un ejemplar del libro de Josh McDowell, Más que un carpintero, que trajo un equipo estadounidense que visitó la isla.
Orleidis se mostró escéptico al abrir el paquete. Recordaba todos los momentos en que su madre intentó hablarle de Dios. Pero cuando empezó a leer, sintió que algo en su corazón empezaba a cambiar, y fue como si Dios estuviera allí mismo con él.
En ese momento, en medio de su habitación en la academia militar, Orleidis se arrodilló y aceptó a Cristo.
De la literatura al liderazgo
Cuando Orleidis empezó a ir a la iglesia con su madre, su pasión por el estudio de la literatura clásica se trasladó rápidamente al estudio de la Palabra de Dios. Pasaba horas estudiando la Biblia y reuniéndose con su pastor. Pronto sintió la llamada de Dios para fundar una iglesia.
Como nuevo plantador de iglesias, sabía que necesitaría la ayuda de alguien que tuviera los conocimientos y los recursos que a él le faltaban. Se puso en contacto con el ministerio de Casa del Alfarero, una alianza estratégica de Missions Door en Cuba.
Lo que empezó con un puñado de personas pronto creció hasta tener más de 200 miembros. En la actualidad, Orleidis ha plantado nueve iglesias más en Cuba, con las que ha llegado a cientos de personas.
Oportunidad en curso
Missions Door ha iniciado elFondo para el Ministerio en Cuba y su apoyo nos permitirá patrocinar a plantadores de iglesias como Orleidis. Cuando proporcionamos un subsidio de $50 por mes a un pastor local, juntos podemos hacer una diferencia en las vidas de muchas personas e impactarlas con el evangelio de Cristo.